Por Sofía Estanga Burgos

Cuando en un medio de comunicación que busca atraer espectadores convergen el machismo y la espectacularización, comienza el show del crimen. Así las víctimas de la violencia por razones de género también se convierten en víctimas discursivas de los medios.

La secuencia

El miércoles 6 de enero Twitter amaneció colapsado de usuarios que con el dedo acusador señalaban el programa “Mejor de Noche” conducido por Leo Montero y emitido por Canal 9 de lunes a viernes a partir de las 21:50. Basado en trivias sobre diferentes temáticas donde los participantes juegan por dinero, la noche del martes tuvo una sección alarmante: femicidio. La pregunta que catapultó una catarata de comentarios tiene como protagonista a una víctima de la violencia machista: ¿En qué playa uruguaya apareció el cuerpo sin vida de Lola Chomnalez, asesinada en diciembre de 2014?

Por supuesto que el bloque de femicidios no existe explícitamente y en ningún momento la pregunta fue presentada bajo ese nombre, pero a las cosas hay que llamarlas por lo que son. Pese a las disculpas del conductor, quien se refirió al hecho como “un error” sólo bastaron algunos clicks para confirmar que desde hace algún tiempo la temática se repite. Los usuarios de la red social del pajarito no demoraron en exponer las imágenes que lo comprueban. En esas preguntas aparecen dos víctimas más: ¿En qué ciudad de Córdoba apareció asesina Nora Dalmasso? / ¿En qué calle del barrio de Palermo ocurrió el ataque a Angeles Rawson el 10 de junio de 2013?

Las preguntas no solo son inadmisibles por su contenido sino que además son crueles por la manera en la que están formuladas. No es la forma y mucho menos el lugar. Resulta ser que todavía existe una parte de la sociedad que es profundamente machista en donde la espectacularización de la violencia resulta útil para entretener. Ciertamente, ¿cuál es el objetivo que se persigue hablando de esa forma sobre algo tan sensible en un juego donde si acertas, ganas $20.000? ¿qué es lo que se está construyendo?

Son muchos los medios de comunicación que enseñan y normalizan la violencia sobre los cuerpos de las mujeres, contribuyendo a la construcción de una cultura y una sociedad que desprecia la vida de las mismas. Toman el rol de formadores de la opinión pública banalizando el sufrimiento. Reproducen el machismo que desde hace ya años se intenta desterrar a través de la lucha feminista, cosifican y revictimizan a las víctimas y sus entornos. Pero lo que es peor aún, refuerzan la idea de que la vida de una mujer no vale nada.

En contexto

A Nora Dalmasso la mataron el 25 de noviembre de 2006 en el cuarto de su hija, en el barrio Villa Golf de Río Cuarto. Su femicida, Marcelo Macarrón fue imputado por primera vez por el homicidio en 2016 por un fiscal; otro ratificó la acusación en 2018, pero en lugar de considerar que él la había matado, sostuvo que había contratado sicarios para que ejecutaran a su esposa en su ausencia. El proceso final debería comenzar en los primeros meses de este año y serán jurados populares los que tendrán que definir si Macarrón es o no es culpable.

A Angeles Rawson la mataron el 10 de junio de 2013. Su femicida, Jorge Mangieri, era el portero del edificio donde ella vivía y la interceptó a las 9.52 am cuando llegaba a su casa después de la clase de gimnasia. El 15 de julio de 2015, Mangeri era condenado a prisión perpetua como responsable por los delitos de femicidio, abuso sexual y homicidio agravado.

A Lola Chomnalez la mataron el 28 de diciembre de 2014. El caso tuvo 40 sospechosos e intervinieron cinco fiscales diferentes. Desde mayo de 2019 hay un solo detenido acusado de homicidio agravado por alevosía en calidad de coautor: “El Cachila” Moreira. Sin embargo, los investigadores aseguran que al menos dos personas más participaron del hecho. El caso, por lo tanto, sigue sin esclarecerse.

El vaso medio lleno

Hoy, aquel tweet de Leo Montero tiene 283 retweets y 3,9 mil me gusta pero que lo sucedido se haya convertido en tendencia muestra una luz al final del túnel. Es sinónimo de la existencia de un cuestionamiento y de la no aceptación de la sociedad ante actitudes como estas. El repudio masivo es el reflejo de la puesta en duda de aquello que está naturalizado. Muestra el compromiso de una Argentina que ya no se calla y es cada día menos sumisa. Un país que se muestra caminando en dirección opuesta a la pedagogía de la crueldad y exige la aplicación de perspectiva de género a los medios de comunicación de forma urgente.

Los femicidios resultan ser ni más ni menos que la punta del iceberg porque es necesario tener presente que, según establece la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia machista. Afortunadamente América Latina ha logrado visibilizar las demandas de la lucha feminista llegando a poner en la agenda pública y política las problemáticas por las cuales atraviesan las mujeres y disidencias. Aun así, la lucha contra el machismo, en todas sus formas y expresiones, no debe ser solo de las mujeres. Es necesario e impostergable un esfuerzo colectivo para erradicarlo.