Por: Facundo Petrocelli, Ivan Lemaire y Rodrigo Lucía

Ardió el Delta. Columnas de humo y cenizas invadieron la ciudad y el aire de repente se volvió un carbón quemado irrespirable. Fue otra plaga que asoló este 2020 pandémico: las
inextinguibles lenguas de fuego que abrieron dolorosas heridas en la rica biodiversidad de las islas que baña el Río Paraná enfrente de la ciudad de Rosario.

El Delta del Río Paraná es un gran sistema de humedales que abarca aproximadamente 19.000 km2. Además, es el hogar de unas 700 especies de vegetales y 543 especies de vertebrados, y alberga una gran diversidad de aves con 260 especies, lo que representa el 31% de la avifauna de Argentina.

Según datos oficiales brindados por el Ministerio de Ambiente de la Nación, desde el 1 de enero del 2020 hasta el 30 de septiembre se han quemado 328.995 hectáreas, lo cual equivale a 18 veces y media la ciudad de Rosario.

Nerón del Siglo XXI

La infinita codicia del poder económico sumado a la inoperancia del poder político son las nuevas armas letales que devoran la naturaleza. Desde el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario afirman que el “90 por ciento de los incendios son intencionales”.

Es así como el exuberante ecosistema de los humedales fue incendiado una y otra vez ante la impavidez de la justicia, la imprevisión e ineficiencia de funcionarios de gobierno y la incredulidad de los ciudadanos que respiraron ese aire espeso y turbio de desidia política e impunidad de empresarios inescrupulosos que lucran a costa de la salud de la población y la destrucción del medio ambiente.

Las causas de las quemas se atribuyen a la expansión de la frontera agropecuaria y a la concreción de proyectos de inversiones inmobiliarias en los terrenos arrasados por el fuego. La actividad ganadera en las islas creció exponencialmente con el boom de la soja que se potenció luego de la inauguración del puente Rosario-Victoria en el año 1999. De acuerdo a un estudio elaborado por el Taller Ecologista de Rosario sobre la sustentabilidad de la actividad ganadera en los humedales del Delta del Paraná, de las 160.000 cabezas de ganado que había en la década del 90 en las islas aumentaron a 1,5 y 2 millones de animales en el año 2007, con el consiguiente efecto de sobrepastoreo, erosión de los suelos y afectación de la biodiversidad. Y como si fuera poco, junto a la producción crecieron los incendios.

A través del Decreto N°706 el Gobierno Nacional creó el Sistema Federal de Manejo del Fuego bajo la órbita del Ministerio de Ambiente que conduce Juan Cabandié con la finalidad de combatir las quemas, pero las medidas preventivas adoptadas resultaron insuficientes e ineficaces ante la propagación descontrolada de los focos ígneos que continúan azotando los humedales.

El Poder Judicial también ha demostrado su cuota de lentitud e incapacidad para frenar la catástrofe natural e investigar a los responsables. La justicia federal entrerriana tiene jurisdicción sobre las islas. Una docena de causas penales se abrieron en el Juzgado Federal de Paraná y 18 personas fueron imputadas por los incendios presuntamente intencionales, delito que contempla una pena de 3 a 10 años de prisión, pero ninguna de ellas se encuentra detenida.

En agosto la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó una trascendente resolución en un amparo ambiental promovido por la “Asociación Equística Defensa del Medio Ambiente” ordenando a las Provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, y los Municipios de Victoria y Rosario que constituyan, de manera inmediata, un “Comité de Emergencia Ambiental” con el objeto de adoptar medidas eficaces para la prevención, control, y cesación de los incendios irregulares utilizando como base el, “Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná”(PIECAS-DP). Y exigió a la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, a la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, al Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos y a la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, que informen sobre los avances en los procesos judiciales iniciados en dichas jurisdicciones.

El pueblo viene marchando

La ciudadanía autoconvocada en forma espontánea a través de las redes sociales, sin líderes, ni representantes, ni banderías políticas, dio un ejemplo conmovedor de lucha y conciencia por detener el colapso ambiental exigiendo medidas prontas y urgentes, como la inmediata sanción de una ley que proteja los humedales.

La marcha más multitudinaria se registró el Día de la Pachamama, el 1° de agosto, congregando más de cuatro mil personas que se movilizaron en una caravana interminable de autos y bicicletas desde el Monumento a la Bandera hasta el Puente Rosario-Victoria en repudio del ecocidio.

Fue marcada la presencia de jóvenes y familias con hijos pequeños que portaban coloridos carteles hechos a mano implorando conciencia a los responsables de las quemas lo que otorgó al reclamo un grado de compromiso colectivo cargado de emoción y sensibilidad.

Artistas de ambos lados de la orilla, rosarinos y entrerrianos, no resultaron ajenos a la problemática, participando activamente en la cruzada en defensa del medio ambiente. Es el caso del músico Alejandro Lauphan, nacido en Rosario y criado en Entre Ríos, quien compuso la maravillosa canción “Humedales” que sin duda se convirtió en el himno de la marcha. A modo de sentido prólogo de su lanzamiento, el artista litoraleño hizo público un mensaje en sus redes sociales que cifra la potencia de la canción: “Les pido de corazón que le cuenten a quienes aún no lo sepan que desde febrero están prendiendo fuego sin descanso uno de los humedales más importantes y llenos de biodiversidad del mundo, mientras quienes nos gobiernan miran para otro lado. La situación es tan desesperante que la gente por sus propios medios se organizó para cruzar y apagar el fuego por mano propia entendiendo que el humedal somos todxs”:

La situación es alarmante: los daños ecológicos a la biodiversidad del humedal son inconmensurables y el aire de Rosario se ha transformado en uno de los más contaminados del mundo en plena pandemia respiratoria del coronavirus. Los focos de incendio aún no han cesado y el horizonte poblado con poderosas volutas de humo se ha convertido en una triste y dolorosa postal que los rosarinos se han habituado a observar desde la ciudad.

“Si tocan al río, te tocan a vos

Somos el rugido de estos humedales”