Por Macarena Malarchia
La muerte del Papa Francisco sacude al mundo, mientras Cónclave (2024) resuena como un eco premonitorio: ¿Existe una coincidencia?
El Colegio Cardenalicio se prepara para encarar uno de los rituales más secretos y decisivos del planeta. Mientras las miradas se enfocan en la cúpula de San Pedro, una película estrenada el año pasado, parece haber anticipado esta atmósfera de encierro, intriga y poder.
Basada en la novela de Robert Harris, Cónclave sigue a un cardenal que debe presidir el proceso de elección del nuevo Pontífice tras la muerte del anterior. Lo que comienza como una ceremonia formal pronto se convierte en una lucha de control marcada por tensiones internas, secretos y revelaciones dentro de la Capilla Sixtina.
La coincidencia entre la historia de la película y la situación actual en el Vaticano permite ver cómo el cine refleja e incluso anticipa la realidad.
En Cónclave, el peso del secreto y la fragilidad de la verdad se hacen presentes en cada escena. Entre el suspenso y la intriga, las preguntas más frecuentes ahora son, qué rostro tendrá el próximo líder. ¿Será un reformista? ¿Un conservador? ¿Un latinoamericano, un africano, un europeo?
Tal vez por eso la película tiene tanto impacto ahora: no por revelar secretos históricos, sino por mostrar la tensión eterna entre lo visible y lo oculto, lo humano y lo divino, el deber y el deseo.
