Por Wilson Giacobero

La Inteligencia Artificial (IA) está y llegó para quedarse. Avanza a pasos agigantados, evoluciona de forma autónoma en materia de aprendizaje y trae aparejados los miedos naturales que semejante revolución tecnológica implica. Es el miedo al cambio y a lo desconocido. Sobre todo, el temor se presenta en el área laboral, en aquellos trabajos que puede reemplazar y hasta extinguir. Pero todo forma parte del avance de la vida y no es para temer, sí para adaptarse.

No es la primera vez, ni será la última, que la humanidad se enfrenta a un tsunami tecnológico que sacude los esquemas establecidos. La Revolución Industrial en Francia, que comenzó a fines del siglo XVIII, trajo consigo cambios en el ámbito laboral. Las máquinas comenzaron a reemplazar gran parte del trabajo manual en la agricultura y la manufactura. Innovaciones como la máquina de vapor y el telar mecánico redujeron la necesidad de trabajadores en fábricas y talleres.

Es interesante saber que esa revolución eliminó empleos, pero no fue lo único que sucedió.También creó nuevos sectores, como el de la ingeniería, la minería, y los trabajos en fábricas, que antes no existían. La urbanización dio lugar a nuevos empleos en servicios, comercio y transporte. Muchos trabajadores se adaptaron y aprendieron nuevas habilidades, lo que requería un entrenamiento diferente.

Haciendo un paralelismo, con la presencia de la IA en distintas áreas sucede algo muy similar. Como ocurrió, por ejemplo, con la adopción del correo electrónico hace alrededor de veinte años, que llevó a algunos a pensar que el correo postal tradicional iba a desaparecer, poniendo en riesgo muchos empleos. Sin embargo, a la par, fue creciendo el comercio electrónico de una forma tal que las empresas de logística se vieron obligadas a redimensionar sus flotas e invertir en centros de almacenamiento y de distribución.

¿Era realmente para asustarse? Quizás sí, ¿pero quién no se asusta ante los cambios? El miedo al cambio es una respuesta natural, es el instinto de supervivencia. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Tal vez si vivir en el presente y no pensar tanto en el futuro fueran prácticas comunes, la personas podrían ocuparse más en estar preparados para tales transformaciones.

Los empleos susceptibles de ser afectados por la IA involucran tareas repetitivas, rutinarias o que implican quehaceres predecibles. Como los chatbots de atención al cliente, que reemplazan a un operador telefónico, aunque no sirvan para todas las situaciones posibles, logran resolver la mayoría de los casos más simples. Quedan así las personas para aquellos casos que ameritan la atención humana.

Por otra parte, se generan cambios positivos. Éstos están relacionados con una mayor demanda de formación y entrenamiento en habilidades tecnológicas y digitales para adaptarse. Y otros casos en donde estos sistemas automatizados permiten una mayor colaboración humana-máquina, mejorando la eficiencia y reduciendo errores en muchos sectores. Nuevos trabajos que surgen relacionados exclusivamente a la IA, como el entrenamiento de sistemas, el desarrollo y la programación digital. También se lograrán expandir la flexibilidad laboral y el trabajo remoto.

La capacidad de la tecnología de sustituir empleo está muy sobredimensionada. Lo que está sucediendo en la actualidad es una dinámica de complementariedad de lo digital y lo humano, en relación directa con la optimización de las tareas más rutinarias y repetitivas. Esto permite concentrarse en the big picture, o sea, no centrarse en detalles pequeños y poder analizar información a una mayor escala y tomar mejores decisiones. Especializarse y tener más de la memoria RAM propia libre de espacio de procesamiento. ¿No suena bien eso?

Para verlo en una menor escala y a modo de ejemplificar, es lo mismo que ya sucedió al aplicar una calculadora a las matemáticas. Los miles de programas informáticos que se utilizan desde hace muchos años en distintas áreas, como lo son los programas de cálculo usados en la ingeniería, el dibujo asistido por computadora (CAD) utilizado en arquitectura, diseño industrial, diseño de interiores, y hasta en la industria textil. Son unos pocos ejemplos de cómo los avances tecnológicos ayudaron a mejorar la calidad, la eficiencia y la productividad.

El arribo de la Inteligencia Artificial va por el mismo camino sin lugar a dudas. Al mismo tiempo que optimiza, crea nuevas oportunidades laborales permitiendo a las personas algo de suma importancia: enfocarse en ser más creativas y estratégicas en sus áreas de acción. Y quizás, resolver más rápido y hasta disfrutar de más tiempo libre. ¿A quién no le gustaría? ¿No es acaso este el nuevo paradigma de esta época? Es totalmente válido e importante gestionar el impacto que puede tener en ciertos empleos la IA. Pero también considerar que los efectos positivos de la IA, como la innovación, la mejora en la toma de decisiones y la eficiencia, marcan el camino hacia un futuro que puede beneficiar en gran medida a la sociedad en general.