Por Luisina Scarafiocca

En las últimas semanas, hubo una revolución en Instagram entre los artistas tradicionales y digitales que publican sus obras en la plataforma.

Se conoció hace un tiempo que Meta, la empresa de tecnología que gestiona Instagram, y Facebook, comenzará a entrenar su propia inteligencia artificial utilizando las imágenes que los usuarios publiquen en sus perfiles.

Ante esto, muchos artistas que publican sus obras en las plataformas protestaron, ya que lo consideran una práctica abusiva y poco ética, al no estar siendo compensados por el uso de sus obras, sumado a la polémica, todavía sin solución, de cómo la inteligencia artificial gestionaría los derechos de autor de las obras con las que sea “entrenada”. Los artistas consideran injusto que sus obras sean usadas para entrenar una I.A. ya que de esa manera se podría reemplazar sus trabajos, sin recibir ningún tipo de compensación o crédito. Hay quienes consideran que esto es una falta de respeto a los derechos de los artistas y pequeños emprendedores, un robo.

Ante esto, Meta pareció ofrecer una solución, que no resultó tal, la posibilidad de cambiar los ajustes de privacidad manualmente y solicitar que el contenido no fuese utilizado para entrenar la I.A. de Meta, pero muchas de estas solicitudes no recibieron respuesta o fueron rechazadas. Además, en seguida muchos usuarios notaron que esta opción no estaba disponible en países que no tuvieran leyes al respecto del uso de inteligencia artificial, y que en los países que sí contaran con estas regulaciones, Meta solo se comprometía a respetar el alcance de esa ley independientemente de los deseos de los creadores. Otro aspecto negativo que los usuarios notaron es que de todas formas este amparo solo protegía al contenido que hubiese sido publicado después de llenar la solicitud, pero todo el contenido ya publicado en la cuenta igualmente podría ser utilizado. 

Las quejas de los creadores obligaron a que Meta habilite una opción para denunciar el mal uso de las inteligencias artificiales en su plataforma. Sin embargo, esto implica que, para ese punto, el contenido de los usuarios ya estaría siendo utilizado para entrenar a los sistemas, lo cual también generó reacciones negativas. 

Por supuesto, artistas o no, todos deberíamos tener autoría total de nuestro contenido, y los desarrolladores de tecnología no deberían replicarlo o modificarlo sin el consentimiento explícito, mucho menos si estarían recibiendo un rédito económico por esto.

Muchos artistas, en protesta a las medidas de Meta, cerraron sus cuentas o eliminaron su contenido en masa. Lamentablemente mucho de este contenido posiblemente ya fue replicado, si no por Meta, por terceros. Además, para los artistas y emprendedores, Instagram y Facebook son vidrieras invaluables para compartir contenido, por lo que renunciar a sus comunidades en redes es un lujo que muchos no se pueden dar.

Otros creadores decidieron empezar una lenta migración a otras plataformas, una de las más compartidas es Cara App, una aplicación gestionada por artistas que se comprometió a proteger el contenido. En la última semana, el flujo enorme de nuevos usuarios generó la caída de los servidores de Cara más de diez veces. Previamente, Cara era una aplicación a la que se podía acceder con invitación, pero en vistas del cambio en la política de Meta, decidieron abrir su plataforma, y se comprometieron a proteger todas las obras cargadas en la aplicación, y, en palabras de unas de las desarrolladoras, “luchar contra la invasión de las IAs”.

Sin embargo los artistas encontraron otra solución: utilizar los llamados overlays de disturbio, que teóricamente impiden que las IAs puedan leer el contenido de las imágenes. Aunque esto sólo puede hacerse previo a subir el contenido a las redes, por lo que el contenido ya publicado no puede protegerse.

Una cosa segura es que el avance de las inteligencias artificiales es inevitable, y aunque estas pueden ser una herramienta muy valiosa y enriquecedora, todavía está por verse qué consecuencias tendrá esto para los artistas, la soberanía y autoría sobre las obras y la ética artística y comercial.

Pueden hacerse cosas maravillosas con las inteligencias artificiales que no comprometan ni perjudiquen a los artistas, en maneras éticas y con el consentimiento de todas las partes. 

Apoyemos a los artistas, emprendedores y creadores de contenido, su lugar es invaluable en la era de la tecnología.