Por Malvina Ortega

Cantante de una de las bandas indies rosarinas en ascenso dentro del rock nacional, poeta y cinéfilo. Un pibe de barrio que aprendió a construir y militar sus ideales. Martín Miguez es un personaje que a pesar de sus jóvenes 27 años, tiene mucha creatividad para mostrarle al mundo.

Hace casi dos años que voy pateando por la vereda del periodismo. En todo ese tiempo, me voy encontrando con ideas, ensayos, libros, discos, películas, personas. Lo que en un principio es parte de la práctica y el ejercicio se termina transformando en una zona a explorar más profundamente. La tarea de hacer una crítica musical sobre un álbum de música me llevó  a elegir entre un largo listado, el disco llamado “Canciones para fantasmas” de la banda Jimmy Club. Cuando le di play, las composiciones musicales derramaban letras agridulces en tono indie con nombres sellados por el cine de Lucrecia Martel, Leonardo Favio, Woody Allen. Un hallazgo para mi. 

La voz de la banda en cuestión pertenece al rosarino Martin Miguez. Estudiante de la carrera Comunicación Social y de una Licenciatura en Composición Musical. Bajo el pseudónimo de “Imaginario” y de forma particular editó tres álbumes: Medusas para el jardín, Música de cañerías e Imaginario 1. Es Host del ciclo virtual Mundos de Cine, en donde se proyectan películas a través de la aplicación Twitch, también participa haciendo columnas del séptimo arte en radio. Publicó un poemario llamado “¿ Cuánto vale una canción?” y está por salir su segunda producción llamada: E.V.P.  Además, es una de las cabezas creativas detrás del festival de música “Niñxs del 00”, que el 14 de octubre del 2023 debutó en el Galpón 11 de Rosario.

Fue todo un desafío coincidir en tiempo y espacio con Martín para entrevistarlo. Sin embargo, encontramos un momento, un lunes al mediodía en el bar Pasaporte. Cuando llego, él ya se encontraba en el lugar, sentado en una mesa. Y mientras almorzaba un omelette, aprovecho a contarle la historia que me acerca hasta él. Incluso le arrimo mi teléfono, para que lea, a través de la pantalla, mi crítica musical sobre su álbum Canciones para fantasmas. “¿¡Qué loco!? ¡Me encanta todo lo que decís! ¡Muchas gracias!” Su cara alterna entre el asombro y las risas tímidas al darse cuenta que forma parte de la tarea de una materia de Periodismo. Él considera que es el disco de su vida pero me cuenta que hacerlo fue muy complicado “porque lo hicimos durante la pandemia y por un lado el contexto era raro. Por otra parte, fue un disco que llevo mucho tiempo. la situación llevó a que el proceso se dilate, entonces mantener el concepto inicial sobre el que queríamos trabajar fue complicado. El álbum está muy marcado por lo que fue vivir durante el brote de COVID-19, es como un diario de ese momento. Aunque también está muy presente el tema de la crisis que atraviesa el país durante estos últimos cuatro años”. La entrevista tiene su primera interrupción. Le doy pausa a la grabación porque se acerca un vendedor ambulante que aprovecha el espacio para exponer su mercancía. Martín decide comprar un par de medias. Mientras la transacción termina me mira y me dice como excusándose: “si yo puedo ayudar o colaborar con la gente, lo hago”. Y sorbiendo un trago de limonada que me había servido en mi vaso, le hago un gesto que acompaño con mi mano dando a entender que no hay problema.

Se inicia nuevamente el intercambio. Esta vez mi pregunta es respecto al nombre del disco. “El nombre nace de una conversación que tengo con un amigo músico. Yo le hago escuchar las canciones y él me dice que es música pop pero tiene algo de terror, son como canciones para fantasmas. Entonces me quedé pensando y me dije: ¡Qué buen nombre!” (risas).

Jimmy Club es una banda que ya tiene sus años haciéndose lugar en la música rosarina. Nace en el año 2015, está integrada por Lucio Sánchez en teclado, Fermín en guitarra, Matías Bolzán en bajo, Tano Rosignoli en batería y Martín Miguez en guitarra y voz. Cuentan con cuatro discos de estudio: Aviones de papel (2017), Bestiario (2019), Bestiario Remixes (2020) y Canciones para fantasmas (2022). Su segundo álbum fue el que empezó a marcar la diferencia de estilo. “A Bestiario le fue muy bien en su momento. Nos sirvió para hacernos lugar en la escena rosarina. Además elevó la vara de lo que es Indie en la ciudad. De repente muchas bandas nuevas empezaron a preocuparse más por incorporar elementos de esa producción a su música”. Las obras musicales del grupo no cuentan con un disco físico, la difusión de su producto final depende en gran parte de aplicaciones como Spotify o Instagram. “El tema es que yo no soy muy fan de las redes sociales, las uso porque me divierten. Soy muy activo en Twitter (hoy conocida como X), pero a veces también necesito estar alejado por un par de semanas si no te saturas de información y de opiniones ajenas que no tenes ganas de leer. Más allá de esto, considero que son una herramienta. Por eso en el caso del último disco de Jimmy se usaron para hacer la típica campaña en redes”. 

Sin embargo, si uno recorre la ciudad puede colisionar con los flyers del álbum pegados en edificios y paredes. La curiosidad es el cebo que busca atrapar a nuevos consumidores musicales. “La campaña de difusión en las calles fue lo que más nos rindió. Nuestra amiga y diseñadora Lucia Feroglio se encargó del arte de los flyers y nosotros los fuimos distribuyendo, en principio por la zona de microcentro. Eso llevó un tiempo, un desgaste y un presupuesto que salió de la financiación del disco. No tengo ningún resquemor en contar que el dinero vino de una beca que nos otorgó el Fondo Nacional de las Artes en el 2021. La idea era que la gente escaneara un código QR que los llevará directo a la página de Jimmy Club en Spotify. La movida estuvo buena, fue divertida. Lo que tratamos de hacer fue adaptar a la modernidad, o como se llame en este momento, lenguajes de la nueva generación. Además, a mi me gusta mucho esa idea romántica de que la gente vaya caminando por la calle, se encuentre con el volante de forma casual y descubra la banda. Esa situación para mi es una victoria por donde se la mire”. Aún así, la peripecia tuvo su vuelta de rosca, porque Martin me cuenta que “terminó siendo una aventura con muchos problemas en el medio. Estar en la calle pegando un póster te hace entender que hay un poco de hostilidad. Mucha gente cree que estas en una rara, haciendo algún tipo de vandalismo. Incluso me robaron cuando estaba pegando carteles en zona sur. Y fue un bajón, me robaron el celular y no pude avisar a mi trabajo que iba a llegar tarde. Uno se arriesga pero igual la campaña dió sus frutos. Después de esto, mucha gente nueva se acercó diciendo que había escuchado el disco y que nos quieren ver”.

El reloj seguía el ritmo del día. Pasadas las 13 horas, el bar comenzó a poblarse de aquellos que buscan llenar la panza con el menú del día. Mientras tanto, la entrevista entra en situación de sobremesa. Martin pide un cortado y yo le pido que me cuente porque eligió el tópico del cine para rotular el repertorio de su último disco. “A mi me gusta mucho el cine. De hecho el concepto del disco en un principio era que quede con el formato de una película con sus personajes, incluso con sus contradicciones. Canciones para fantasmas tiene dos momentos bien marcados, una apertura con la canción Primavera y un cierre con Un monstruo en mi habitación. En el medio, hay dos bloques. Uno más luminoso con las canciones Vogue, La Ciénaga y Diane Keaton. Y la otra parte con Crónica de un niño solo parte 1 y parte 2 más La Esfinge. Estas tres últimas están cantadas con el mismo tono de voz, lo que da la sensación de formar parte de una misma composición. Incluso, y esto lo digo personalmente, la llamo la trilogía de Favio por los personajes que existen ahí. Por ejemplo, La Esfinge habla de una figura peronista sin nombrar a nadie. Porque esa ideología política muchas veces fue catalogada como algo malo, pero la realidad es que en este infierno siempre piden que vuelva (risas). Otros creen que habla de Cristina (Fernandez de Kirchner) y aunque podría aplicar, no hice la letra pensando en ella. Si me inspiré en la filmografía de Leonardo Favio, considero que ahí hay un mensaje popular muy arraigado al pueblo argentino, a su idiosincrasia y a su historia. Aunque entiendo que el momento histórico en donde se hacen esas películas era otro, porque se estrenan en 1965 y al año siguiente ya nos encontrábamos bajo la dictadura de Onganía. La intención es linkear las canciones con la idea de lo necesario que es un Estado presente y que si hay gente quemando las islas alguien se tiene que  hacer cargo”.

Martín toma un sorbo de su cortado, el momento de silencio me permite deslizar la pregunta sobre ese matiz político que se cuela en las letras. “ Si, hay una veta política muy marcada. Yo tengo mi postura tomada respecto a ese tema. No trato de bajar línea ni a palos. Yo pienso lo que pienso y lo voy a defender. Sé que hay una coyuntura de la que no se puede escapar nadie y eso se infiltra en mis canciones. Recuerdo que cuando era adolescente todos los compañeros de mi entorno eran Kirchneristas. Quizás hoy alguno se haya dado vuelta, pero más allá de esto no se discute que eran 30 mil el número de desaparecidos bajo la última dictadura militar. Más allá de esta verdad, a mi me gusta escribir poesías y canciones, para militar tengo otros espacios”. La respuesta, me permite seguir indagando acerca de la repercusión en el público y si esto alguna vez le trajo algún problema. Mientras termina su café niega con su cabeza y completa con una respuesta: “no, no para nada. Lo que pasa es que a veces la gente que nos escucha está tan en un cumple que no tienen ni idea quien es o era Leonardo Favio. Yo los dejo que escuchen y que procesen los temas como quieran para que saquen sus propias conclusiones”.

La entrevista tiene su última pausa. Otra vez un vendedor se acerca a la mesa. La empatía de Martín es visible. No tiene vergüenza en mostrar modestia y sencillez. “Mi familia es una familia de laburantes, somos gente que creció bajo el ala de la educación pública. Una familia de ascendidos socialmente gracias a la educación pública. Mi abuelo por ejemplo, en algún momento de su vida, tuvo tres trabajos, hasta que se recibió. Y gracias a que el se rompió, mi viejo también pudo estudiar y recibirse de contador. Entonces de chico yo tuve otra realidad. A mi nunca me faltó nada, no nací en cuna de oro. Soy un pibe de barrio, pero tengo que reconocer que tuve un buen pasar. Eso me permitió en parte ser lo que soy”. 

El encuentro se acercaba a la hora y media, decidí que era suficiente. Martín aprovecha a chequear su celular. Por último, le pedí que me firmara su libro de poesías llamado “¿Cuánto vale una canción?”. Nos saludamos. Se levanta de la mesa, deja propina, se pone su campera de cuero marrón y se va. Yo me quedo unos minutos más, aprovecho a pasar las hojas del libro y me detengo por azar en un verso que dice “si creen que soy un niño mimado, los invito a vivir en mi cabeza por un dia. No durarían ni media hora.”