Por Virginia Rocchetti
La puntualidad y las tres horas completas de recital son características propias de un Ismael Serrano que nos tiene siempre pendientes de sus declaraciones. Esta vez, fueron más políticas que nunca y con un teatro lleno, la ovación y las risas fueron protagonistas.
Su humor y sus convicciones que se transmiten arriba de las tablas, permitieron atrapar al espectador durante los primeros treinta minutos del recital.
Sin embargo, una vez que el show montado con una joven del público fue evidente, la magia se terminó. Hasta ese momento, la interacción con la gente le brindó una calidez al evento que no suele suceder muy a menudo con algún artista internacional. Todo lo contrario. Suelen armar un libreto y seguir al pie de la letra cada detalle. Esta vez era diferente y cuando Ismael convocó al público a participar, todos nos creímos el verso.
Desde las primeras filas, los fans estaban desesperados por hablar y gritar frases categóricas para llamar la atención del cantautor. Se agregó que esta vez el teatro era más pequeño y la participación era más factible. Pero cuando el velo de la elegida por el español para subir al escenario finalmente se cayó, la magia se esfumó de la escena.
Incluso, entre los pasillos del baño, una joven declaraba su enojo por “lo armado que estaba todo”. El público comenzó a dispersarse, ir a los sanitarios con mayor frecuencia y comer golosinas como si estuvieran en una película pochoclera.
Y no. Porque un recital de Ismael Serrano no es eso. No son golosinas ni pochoclos y menos aún huidas eternas al baño. El fiel público que lo acompaña hace casi treinta años compra su entrada con anticipación, llega puntual y lo espera a la salida del auditorio.
Una vez finalizada la interacción eterna entre el cantautor y la joven artista “del público”, el encantamiento volvió de la mano de viejas canciones que aún hoy continúan inspirando a todo el mundo. “Papá cuéntame otra vez” y “Un muerto encierras” resucitaron un recital casi perdido.
Finalmente, Ismael Serrano volvió a conquistar la atención del público e introdujo algunas canciones nuevas de su último disco. Su declaración célebre: “No den por perdidas las batallas que aún están en disputa” volvió a encantar a un auditorio que debía votar al día siguiente. Eso es Serrano. Un tipo que con algunas frases contundentes y disruptivas, a último momento, devuelve la magia.
Me guardo las palabras que tuve la oportunidad de cruzar una vez finalizado el recital, pero queda en la memoria una respuesta simple sobre las elecciones nacionales del domingo: “Sé a quién no votaría”.
No todo está perdido.