En el mes de la madre: una profesión que reivindica la empatía del género

Por Virginia Rocchetti

Acompañan a las personas gestantes y se enfrentan a enormes desafíos institucionales y prejuicios sociales. Sin embargo, buscan romper con los mandatos y exigencias de la medicina pública y privada para sostener e informar a las familias que asisten.

 

Adriana Olguín narró sus experiencias como doula y puericultora en Rosario y ciudades cercanas. Relató acerca de sus comienzos, los desafíos e inconvenientes dentro de los efectores de salud durante catorce años. Además, se refirió al miedo de muerte neonatal y detalló el vínculo entre el mundo laboral y su maternidad.

¿Qué significa ser una doula y qué tareas abarca?

-Si buscás en Google te va a aparecer una definición, que es mujer y madre, pensando en la experiencia propia. Yo pasé por esto y acompaño a otra mujer que está embarazada o buscando un embarazo, incluso que acaba de perder a su bebé. Ahí acompaña la doula desde lo emocional y la información. En limpio: somos personas que acompañamos empáticamente todo lo emocional sin ser psicólogas, la parte fisiológica, sin ser médicas y parteras, porque la doula tiene una formación, si bien no es lo más importante, pero fundamentalmente información. 

¿Y cómo se obtiene ese conocimiento?

-Puede ser autodidacta. Seguramente si nos ponemos a analizar en cada familia hubo una doula y no lo saben porque siempre hay personas empáticas que acompañan a otra en los procesos.

¿No es la clásica figura de la partera?

-No. La partera es una licenciada en obstetricia, una persona formada para acompañar los partos, sobre todo vaginales porque no hacen cesáreas. Nosotras no tenemos injerencia médica. La doula no se mete en nada de los clínico, médico o avance del parto. Esto es un gran debate porque a nivel mundial las doulas aparecen y te podría decir que la primera apareció en Estados Unidos hace muchísimos años. Acá en Argentina, en el norte, eran las típicas comadronas, la vecina experimentada que ya tuvo cuatro hijos y que acompañaba a una mujer que estaba pariendo en su casa.

¿Tu figura aparece no sólo en las casas sino en los sanatorios u hospitales?

-Sí. Mi trabajo se basa en el parto respetado institucional sobre todo. He estado en partos en domicilio pero la mayoría de las mujeres, te diría que el 99,9 por ciento, va a parir a la institución. Entonces hace dieciséis años que trabajo para que cambien las cosas dentro de la institución, incluso como puericultora también.

¿Cómo se te ocurrió estudiar esto?

-Con mi primer hijo. Yo estaba embarazada de él. Salí de la secundaria y estudié veterinaria y después entendí que quería ayudar y que no era por ahí, por los animales, aunque incluso en la facultad siempre me tiré por la maternidad. Mi primera experiencia fue en primer año con un chanchito recién nacido que murió la chancha pariendo y cada uno nos llevamos una cría y la alimenté y cuidé. Siempre me tiró esa parte y con la maternidad de mi primer hijo, Guillermo, entendí que había algo que estaba fallando a nivel social porque me parecía que estaba embarazada y a nadie le importaba. Me refiero a que en ese momento, en el 2005, iba a una guardia y me decían que era normal lo que me pasaba. Cero contención. Y yo no quería que me comparen con otra mujer y ahí entendía: está mal el mundo o estoy mal yo. ¿O soy demasiado egocéntrica o están equivocados y las embarazadas lo viven a su forma?. Cuando fui a parir a Guille, el médico que me recibió en la guardia, desde lejos me decía, no estás en trabajo de parto y yo le decía que sí, que me escuche. Me decía: “Andate a tu casa, sos primeriza”.

¿Notás una diferencia entre una primeriza y una mamá que va al sanatorio por un segundo o tercer hijo?

-Si tengo que ser exagerada y decirte que hay un maltrato, te digo que lo hay y en la parte pública, mucho. Por nivel social y edad. No te pegan, pero sí hay “mal trato”. 

¿Hay diferencia entre lo público y privado?

-Sí, hay una diferencia y entre los privados entre sí. En Rosario hay un lugar muy cerrado y hermético, un hotel de lujo en donde te manejan con un dedo como quieren. Cuando hablamos de parto respetado, de que tiene que haber un cambio, es que una mujer tenga su forma de vivir su embarazo, de vivir su parto, de vincularse con el bebé. Como doula, me tengo que adaptar a esa persona. Todas las experiencias son distintas. No es lo mismo de una mujer que queda embarazada de una relación casual a otra que hace siete años que está buscando y después de tantos tratamientos lo consigue. Entonces, ninguna de las dos lo va a vivir igual.

¿Y vos cómo vivís esas diferencias?

-Me gusta conocerlas. Cuando me llaman primero nos tenemos que sentar a charlar un montón de todo para poder ubicarme con quién estoy y a quién voy a acompañar y habilitar todas las emociones, porque de eso se trata. La doula acompaña. Vos antes me preguntaste si tenemos injerencia médica o somos parteras y hoy en Rosario, por ejemplo, crece mucho la figura de la doula y se ha desmadrado un poco. Hay gente que se está manejando mal y no corresponde a la doula y eso nos perjudica. Hay algunas que controlan el parto en la casa pero yo no lo haría. Sí me pasó acompañar y nació el bebé en avalancha. Pero no fue adrede.

¿Cuál fue el mayor inconveniente con el que te topaste?

-Creo que fue el parto en avalancha que me pasó. Nació la beba y estuvo todo perfecto pero cuando fuimos a la institución hubo mucho maltrato. No de la obstetra que fue una divina, Luciana García del Británico. El maltrato fue de neonatología porque decían que nació en un lugar contaminado (el baño). Pero la mamá entró a ducharse, se puso en cuatro patas y empezó a hacer fuerza y la bebita nació. Con el papá la recibimos, esperamos el alumbramiento de la placenta, envolvimos a la beba y nos fuimos al sanatorio. Estaba perfecta y la médica obstetra discutía con la neonatóloga y le decía: “Vos hacés guardias en la Martin y esto pasa todos los días con otras condiciones y jamás dejaste un bebé internado en neo. ¿Por qué ahora te ensañás con esta familia?”. Era porque llegaron con la doula. Habrán pensado que lo hicimos a propósito. 

Adriana explicaba detalladamente cómo fue ese parto y su mirada y sus gestos demostraban que aún lo tenía muy presente. Esa mamá haciendo fuerza en una bañera y sus manos recibiendo a la criatura. “No había tiempo”, afirmó. Incluso su conversación con un médico del sanatorio y el posterior momento vivido con el personal de neonatología la atemorizaron. “Tuve miedo en la institución”, sostuvo. No habían podido ubicar a la obstetra durante el trabajo de parto y eso le costó un mal trago después dentro de la institución.

 

El trabajo, los hijos y mujeres que apoyan

¿Cómo llevás tu trabajo con la maternidad?

-Ha sido difícil. Iba con ellos a los grupos de pre parto, con Reina bebita principalmente. Cuando era más grande no la podía llevar más y mi mamá me ayudó mucho. A veces el papá de ellos, del cuál estoy separada, venía también. Yo tenía que salir a cualquier hora y mi mamá estaba ahí. Cuando salgo no sé a qué hora vuelvo y mayormente cuando tengo un parto acomodo la heladera, la comida resuelta, la ropa de ellos preparada, para que lo resuelvan sin que yo esté ahí. Siempre hay alguien que te da una mano. Me acuerdo que acompañando un parto, Guilermo salía del colegio y se iba a gimnasia a cinco cuadras y como no estaba, le dije que se fuera con los amigos caminando. Y él me escribía para irse solo (porque los amigos ya se habían ido) y contacté a las madres para que me avisaran cuando llegara. En el momento me puse muy nerviosa y me fui al baño a llorar un ratito. 

¿Alguna vez sentiste culpa?

-Miles de veces. Terrible. Porque con Ofelia y Sandra que hacemos Doulas de Rosario, formamos a otras doulas y una vez viajé a Buenos Aires y mi hijo tenía fiebre, así que tuve que volver el sábado antes de tiempo. Las chicas me vieron mal y me fui. Él estaba con mi mamá pero mi cabeza estaba en Rosario.

 

Cuando nadie habla de la muerte perinatal

¿Qué es la Ley Johana?

-Esta ley se enfoca en la muerte. Nosotros no tenemos cultura de muerte en Argentina, poder hablar del tema. Si fallecía un bebé, a la mamá se la sedaba dos días para que se recupere. Eso era terrible porque no se despedía. Esta Ley prepara al personal de salud para acompañar las muertes, en el embarazo o cuando nace y a los pocos días muere. 

Es estremecedora la historia que narró Adriana acerca de la mamá que ya sabía que su bebé no iba a vivir más allá de algunas horas. Su malformación era incompatible con la vida. Nació por cesárea y llevaron a la beba a neo para que muera allí dos horas después. Este caso que te cuento fue de una mamá que conocí años después que le sucediera, durante una formación de doula. A mi nunca me pasó que muera un bebé, ni en la panza ni luego de nacer. Esta ley permite crear conciencia.

Esa madre no pudo despedirla y esa criatura murió sola. Prácticas médicas comunes que la entrevistada busca revertir con el parto respetado y que la Ley Johana pretende cuestionar. El protocolo establece que la persona gestante pueda decidir sobre su embarazo (en el caso de tener conocimiento de la muerte fetal), de cómo parir a esa criatura y darle un nombre. Incluso, aborda dónde y cómo dejar internada a esa madre que está duelando a su hijo. No puede dormir al lado de otra mujer que se encuentra disfrutando de la maternidad. Debe haber un ambiente de contención y cuidado y este proyecto de ley busca empatizar con esta terrible situación.

¿Cómo te imaginás en un futuro respecto de la profesión?

-Me gustaría que cambien más las cosas, sobre todo en las instituciones. Falta mucho por hacer.

¿Cuál es la mayor satisfacción que te da este trabajo?

-El intercambio, ida y vuelta y amor con las familias. Formás parte de la vida e historia de esas personas. 

¿Elegirías otra profesión si volvieras el tiempo atrás?

-Creo que no, tal vez medicina. A veces pienso que tendría que haber sido obstetra o pediatra para hacer la diferencia desde adentro cuando reniego con las instituciones. Reniego con pediatras que enseguida meten mamadera o fórmula y no respetan o confían en la capacidad de la mamá. No es una guerra contra la fórmula pero no es lo mismo.