Por Malvina Ortega
A lo largo de la vida uno construye su testimonio familiar. Y hablo de cualesquiera sean las impresiones que se experimenten en ese dominio. Esos rastros atraviesan la piel y se acurrucan bien adentro del alma. Se pierden y desaparecen. Sin embargo, a veces vuelven a mi los domingos de abuelos que ya no están, las risas de una familia rota que supo estar unida, el olor a leña quemada por el fuego, el patio grande, las gallinas y las ovejas, las copas de vino en la sobremesa y la música. Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, Jose Larralde, Los Chalchaleros y también Los Hermanos Ábalos.
En el documental Salidos de la Salamanca de Josefina Zavalía Ábalos encontré las huellas que me llevan a ese refugio, por eso mi intuición la eligió en la programación del FICER.
El documental cuenta el origen y la supervivencia a través de la historia argentina, del género musical llamado Chacarera. Como punto de partida se elige al pueblo santiagueño llamado Salavina, pues allí germina y aún se cultiva esta melodía. Su directora explora este territorio de una forma suave pero apasionada. Elige como testimonio principal a sus pobladores y matiza el repertorio con figuras que van desde Peteco Carabajal o el pianista Víctor Simón, hasta la socióloga e historiadora Carolina Saganías, pasando por la etnomusicóloga Isabel Aretz, incluyendo al último de los hermanos Ábalos: Vitillo. De esta forma se va trazando el guión del documental.
Bajo una investigación muy meticulosa se establece una tesis sobre la Chacarera. A la mixtura de argumentos, se le añaden elementos legendarios del folklore característico del noroeste argentino. Ahí surge el concepto de Salamanca, lugar mítico donde se iba a pactar con el señor de las sombras un don, una destreza, fortuna o un amor. Todo a cambio del alma. Sin embargo, deja abierta otra posibilidad, la de un lugar sagrado, un espacio en donde se intercambiaban saberes. El embrujo de la trama es tan eficaz qué sólo puedo entregarme a la magia del camino fílmico con soltura y placer.
Josefina Zavalía Ábalos, la directora de este film, tiene a cuestas un mundo que le fue legado y que comparte a través de un preciso ojo fotográfico que capta, entre otras, secuencias mágicas de cuerpos entregados al baile de la chacarera, fundidos en un movimiento enajenado con el polvo de la tierra seca. Las imágenes atraviesan la pantalla. El espectador vive ese momento, porque como diría Mijaíl Bajtin en su ensayo La cultura popular en la edad media “el carnaval no tiene ninguna frontera espacial”.
Salidos de la Salamanca no es el típico documental apegado a la regla. La narrativa cinematográfica propone un montaje encantador entre documentos vivientes, la belleza natural de Santiago del Estero, los ranchos, los patios de tierra, el río, las cañadas secas, el bombo, el violín, el piano y la guitarra. En un pequeño intercambio que tuve con Josefina, me explicó que el film conforma la segunda entrega de una trilogía encabezada por “Ábalos, la historia de cinco hermanos”.
Y mientras se va la segunda ¡me aguanto con ganas la tercera!