Por Nadia Erika Valenzuela
Se cumplen 108 años del horror que dejó a un pueblo al borde de la extinción. Crímen que fue fríamente planificado y cuyos autores no sólo no fueron penados sino que se consideran héroes de guerra.
El genocidio armenio, también conocido como el “gran crimen” o el “holocausto armenio” se refiere a las acciones que llevaron un grupo radical del gobierno Otomano con el propósito de exterminar a la minoría religiosa. Se calcula que entre 1 millón y 1.5 millones de civiles fueron perseguidos y asesinados, así como grupos cristianos, entre ellos los asirios y los griegos pónticos.
El 24 de abril se toma como el día en que comenzó esta matanza ya que en esa fecha el gobierno arrestó, deportó y fusiló a 235 armenios, en su mayoría líderes políticos e intelectuales.
Todo comenzó cuando en 1908 un grupo de oficiales del ejercito Otomano, más conocidos como “los Jóvenes Turcos” se revelaron al sultán Abdul Hamid II y lo obligaron a restituir la Constitución de 1876. Las distintas minorías religiosas, inclusive el partido político armenio Tashnaksutiún, apoyaron la rebelión.
Sin embargo, pronto los jóvenes turcos impusieron su nacionalismo de exclusión y siguieron con la segregación de las minorías. Su objetivo era la creación de un Estado turco moderno homogéneo, no religioso como el del Sultán, y la heterogeneidad del Imperio era un impedimento.
Un Plan que se ejecutó en distintas etapas
Los jóvenes turcos trazaron un plan que quedó plasmado en “los diez mandamientos del Comité Unión y Progreso”, dividido en tres etapas.
La primera, llevada a cabo el 24 de abril de 1915, tenía como objetivo dejar sin representantes al pueblo armenio y para esto líderes políticos, eclesiásticos e intelectuales fueron secuestrados, deportados y fusilados. Sumado a una fuerte propaganda para hacer ver a los armenios como traidores y conspiradores, el plan para funcionar necesitaba del apoyo de la población musulmana.
La segunda etapa fue la eliminación de los hombres con capacidad de combatir. Se calcula que 60 mil hombres armenios fueron reclutados por el ejercito y ejecutado. Se los obligó a cavar sus propias tumbas, antes de asesinarlos.
La tercera etapa fue la deportación masiva hacia los desiertos de Siria y la Mesopotamia, siendo en su mayoría mujeres, niños y ancianos.
Muchas mujeres fueron raptadas y convertidas al Islam a la fuerza, con el objetivo de ser las esposas de los musulmanes y, los que no morían en el camino, eran ejecutados al llegar a destino.
Antecedentes del genocidio
La matanza del pueblo armenio comenzó mucho antes de 1915. El Imperio Otomano tenía en la cima del poder a la élite de musulmanes otomanos, mientras que el resto estaba organizado bajo una estructura llamada “Millet”. En este sistema, los armenios, al igual que otras minorías eran considerados ciudadanos de segunda clase: un hombre “dihmmi” no podía casarse con una musulmana, testificar en una Corte contra un musulmán o tener caballos o armas.
El Imperio Otomano tuvo grandes perdidas territoriales luego de la guerra ruso-turca y a lo largo de los años acusó a los armenios de haber sido cómplices de los rusos. Los armenios cansados del hostigamiento por parte del ejercito Otomano, se revelaron en lo que se llamó la revuelta de Sasún en 1894. Esta fue la excusa del Sultán Hamid II, conocido como “el sultán rojo” o “carnicero de armenios” para apoyar y permitir una masacre conocida como la masacre hamidiana ejecutada entre 1894 y 1896. Se calcula que 300 mil armenios perdieron la vida en diferentes provincias.
Luego de la toma del poder por parte de los Jóvenes Turcos, a finales de marzo de 1909 hubo una contrarrevolución de Abdul Hamid II y sus aliados. Aquellos que siguieron fieles al Sultán, vieron con malos ojos a los armenios de Adana por su ferviente apoyo al gobierno de los Jóvenes Turcos y por sus reclamos de igualdad. Las protestas fueron utilizadas nuevamente como chivo espiratorio por parte del Estado.
Advertidos por una supuesta insurrección armenia, multitudes musulmanas atacaron el barrio de Adana a comienzo de abril de 1909. Las tropas que se enviaron se unieron a la cacería lo que dejó a mas de 30,000 armenios masacrados.
Misioneros y diplomáticos extranjeros aseguraban que se quemaban vivas a las victimas, y algunos fueron mutilados antes de darles el tiro de gracia.
Crímenes de lesa humanidad y negacionismo turco
En mayo de 1915 Rusia, Francia y Gran Bretaña, emitieron un comunicado conjunto, en donde advirtieron sobre estas matanzas y usaron por primera vez el termino “crímenes contra la humanidad”. El 9 de febrero de 1916 el Senado de Estados Unidos emitió un comunicado que empieza diciendo: “Considerando que el pueblo de los Estados Unidos está profundamente impresionado por las deplorables condiciones de inseguridad, hambruna y miseria que ahora prevalecen en Armenia”.
De los 2,100,000 armenios que habitaban esa zona, 1 millón y medio fueron asesinados, algunos lograron escapar a otras zonas del Imperio o fuera del mismo. Además, se ejecutaron a mas 250.000 griegos y un número similar de sirios.
La postura oficial de la República de Turquía es que la muerte durante la “reubicación” o “deportación” no puede ser considerada como genocidio y se fundamenta en lo siguiente:
- Que los crímenes no fueron planeados ni sistematizados ya que fueron ejecutados por simpatizantes de los rusos.
- Que las “pandillas armenias” como las caracteriza el gobierno, murieron de hambre y/o enfermedades causadas por la misma guerra.
- Incluso algunos buscan invalidar el genocidio por motivos semánticos, ya que la primera vez que se usó ese termino fue en 1943 con el genocidio judío.
No sólo no se reconoce lo sucedido como genocidio sino que se recuerda a las cabezas de dicho proceso como héroes ya que los oficiales Mehmed Talaat, Ismail Enver y Ahmed Djemal que tomaron el poder bajo el lema “Turquía para los turcos”.