Por Virginia Rocchetti
Los abogados suelen ser vistos por el resto de la población con cierto recelo y muchas veces, son percibidos con adjetivos descalificativos. Sin embargo, hay quienes en el mundo del derecho, trabajan con mucho amor y pasión por lo que hacen. En esos casos, cuando se los conoce y se observa su profesionalidad, el calificativo se transforma automáticamente en positivo.
Esta es una entrevista con Mariela Lagomarsino, quién vive en Bahía Blanca y es abogada, pero por sobre todo, es justa. Dedica gran parte de su día en el trabajo con sus clientes. La mayoría de ellos la solicitan por problemas familiares que son respondidos legalmente por el Código Civil y Comercial.
La conversación tenía como objetivo obtener información acerca de la mal llamada “tenencia” de hijos, uno de los temas más importantes por los que acuden a su estudio. Al respecto, afirmó que “desde la sanción del nuevo Código, hay un cambio de paradigma y se reemplazó el término tenencia por el de cuidado personal, ya que los niños y niñas no son objetos que se tienen sino que son personas que se cuidan”.
Cuando se le consultó acerca del conocido caso de Lucio Dupuy sostuvo que “existe en el imaginario social la idea de que ningún niño está mejor en ningún lado que no sea con su mamá” y aunque advirtió que no pudo ver la causa, seguramente existió una cuestión probatoria para que Lucio pudiera vivir con ella o tal vez, no hubiera oposición del otro lado al pedido de la madre.
En este sentido, Lagomarsino explicó que por regla general, el cuidado general de los niños y niñas es compartido; esto significa que ambos progenitores se encargan de forma consensuada previamente de sus cuidados cotidianos. Esta idea implica llevarlos a la escuela, realizar las tareas y acompañarlos en las actividades extracurriculares, llevarlos al control médico o vacunación, entre tantas tareas. Y aclaró: “esto es de forma independiente a dónde reside de manera permanente el pequeño o pequeña, favoreciendo la alternancia de los cuidados”.
Confesó que hace algunos años atrás “ un progenitor principal se ocupaba de todas estas cuestiones y el otro, en cambio, sólo se ocupaba de visitarlos, como una especie de pariente lejano que los veía ocasionalmente”. Además, los menores de cinco años quedaban sin excepción, al resguardo de la mamá. Esta decisión judicial, no sólo respondía a una cuestión cultural sino de género, y agregó: “sólo si se probaba que la madre no estaba apta para esa responsabilidad, el padre podía pedir el cuidado. La mamá era el “lugar seguro” para los jueces”.
Detalló que existe un cambio de perspectiva desde lo social y desde lo legal “ya que la reforma del Código lo impulsó y las capacitaciones en género para los miembros del Poder Judicial permitieron que comiencen a resolver las demandas inmersos en la realidad que nos impera”.
Sin embargo, afirmó que aún falta mucha educación en materia de género y respecto de los cuidados de las infancias y aseguró que muchas veces, los padres, por una cuestión cultural, no se involucran en la vida de sus hijos. Esto los muestra con cierto desinterés y en muchos casos lo que sucede es que no fueron acostumbrados a involucrarse en estas cuestiones. En este sentido, sostiene que a la sociedad aún le falta mucha educación y aprendizaje, pero fundamentalmente conversación en cuanto a cuidados de los hijos y división de tareas domésticas. Su consejo hacia ellos es “¡Acompañalos, informate, involucrate, conectá con tus hijos!”.
Finalmente se abordó la temática sobre la decisión de los niños y sus deseos y sostuvo al respecto que “los niños tienen derecho a ser escuchados por los jueces y los psicólogos de los juzgados cuando manifiestan que no quieren vincularse con uno de sus progenitores”. Si el adulto tiene interés y demanda la comunicación con su hijo, se le da intervención al cuerpo de psicólogos que los entrevistan y hacen un análisis sobre los hechos”. Si no detectan casos de abuso o maltrato, muchas veces los problemas de vinculación entre los menores y los adultos se resuelven con terapias de acompañamiento para reconstruir ese vínculo.
La profesional afirmó que es fundamental detectar dónde están puestos los deseos genuinos del menor y precisamente el trabajo interdisciplinario es el que permite indagar en ellos. “No sólo se entrevista al niño sino a sus progenitores y al grupo de pertenencia, con el objetivo de conformar una idea real y global de la vinculación familiar”.
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