Por: Lucia Salvalaggio
Este domingo tuvo lugar en el aeródromo de Santa María de Punilla de Córdoba la segunda jornada del festival de música más esperado del interior.
La vigésimo segunda edición del Cosquín Rock, con una grilla cargada de artistas de alto calibre, reunió a 200.000 personas (entre los dos días) que viajaron desde todos los rincones del país para encontrarse con sus ídolos. Como todos los años, el evento contó con grandes actores de la escena musical nacional. Entre ellos, destacan Babasónicos, Divididos, Dillom, Fito Páez y Ciro y los Persas. También fueron parte de esta edición célebres figuras internacionales tales como el español Rels B, la banda uruguaya No Te Va a Gustar y el dj y productor neerlandés Tiësto.
Este festival que se inició dos décadas atrás como una carta de amor al rock & roll, con el correr de los últimos años expandió su abanico sonoro a una gama de nuevos y variados géneros musicales. A las bandas de siempre se le sumaron reconocidos artistas de pop, trap, funk, cumbia e incluso de electrónica.
Los cientos de músicos invitados se repartieron en seis stages diferentes. El escenario Norte y el escenario Sur, de una longitud considerable, concentraron a la mayor cantidad de asistentes. Por su parte, los escenarios Paraguay y Montaña estaban dedicados principalmente a la música urbana e indie pop. Finalmente, en el escenario Boomerang predominaba el rock y urbano alternativo y en La Casita del Blues, como lo indica su nombre, ensayaba una oda moderna a aquel género.
Mientras los espectadores todavía hacían fila para entrar, el principio del fin quedó en manos del groove de Caliope Family, del trío Escorpia nacido en pandemia y de El Vuelto, banda fundada por el ex miembro de Las Pelotas y de Sumo, Alejandro Sokol.
Por la tarde temprano, el escenario Sur se activó con la presencia de Silvestre y La Naranja, con una cartera musical tan innovadora como adictiva de escuchar. Paralelamente, Jóvenes Pordioseros y Cruzando el Charco levantaron la velada con su estilo rockero clásico. A pesar de la brecha etaria, todos estos artistas tienen en común que durante sus comienzos tuvieron que pelearla para llegar hasta donde estan, y en esta ocasión la ovación histriónica del público les dio el reconocimiento que merecen.
Se hicieron las 19hs y el público llamaba a gritos al autor del disco más vendido en la historia argentina, autóctono de la Trova rosarina. ‘En tiempos donde siempre estamos solos’ la música de Fito Páez unió a los miles de espectadores en un canto al unísono de Al lado del camino. También interpretó otros clásicos de su autoría que hasta el día de hoy inspiran a músicos de toda la región, tales como 11 y 6, A rodar mi vida y Mariposa teknicolor.
Asimismo, en consonancia con el fetiche de la banda con el número 20, el show de Las Pastillas del Abuelo comenzó puntual a los 2einte minutos de haberse marcado las 19hs. Con el espíritu arrabalero de siempre, los pastilleros celebraron sus dos décadas en la industria de la música con una fiesta inolvidable marcada por el pogo y por la nostalgia de sus años dorados.
Mientras el sol comenzaba a descender sobre las sierras cordobesas, Airbag dio una clase magistral de rock en el escenario Sur. Los hermanos Sardelli hicieron temblar el predio, con momentos de mucha adrenalina al canto de Por mil noches y Noches de insomnio, pero también con instantes de conexión e intimidad con sus fanáticos.
Más tarde llegó el turno de dos grandes del rock nacional cuyas presentaciones revisten un poder de convocatoria inagotable. Por un lado, Ciro y los Persas reivindicaron algunos clásicos de Los Piojos así como también tocaron temas de su marca personal. Babasónicos, por su parte, interpretó canciones que marcaron a una (o a varias generaciones) de jóvenes argentinos, hecho reflejado en el público desaforada que coreaba el repertorio de la banda como si de un himno se tratase.
Como embajadores de la música urbana, Dillom, Ca7riel y Paco Amoroso dieron un show explosivo en el escenario Sur, fundamentalmente abocado a un público jóven e histriónico.
Ya acercándose al final de la noche, Tiësto, un dj y productor neerlandés reconocido internacionalmente, fue el encargado de poner broche de oro al festival aportando la cuota de música electrónica al Cosquín Rock.