Por Ariel Ayala

Newell’s ganó en la última fecha de la Liga Profesional de Fútbol frente a un diezmado Vélez que tuvo coletazos del golpe recibido días anteriores por Copa Libertadores. Pero lejos de clarificar el panorama rojinegro, se incrementaron las dudas en todos los sectores ligados al fútbol profesional. La salida del entrenador Javier Sanguinetti llevó al barco leproso hacia aguas abiertas de desatinos y fallos por parte de la dirigencia. Y todo comenzó con la designación para ocupar el lugar que dejó el sobrio entrenador. La lógica indica que el más cercano al plantel de primera división es el entrenador de reserva, la categoría más próxima al profesionalismo. Pero lejos de seguir lo que indica los manuales jamás escritos, el presidente Astore designó al coordinador de inferiores Gustavo Tognarelli.

La premisa indicaba que la ocupación era conseguir un técnico lo más rápido posible para encontrar el norte que lleve hacia un decoroso fin de campeonato. Y el apuntado fue Alfredo Berti quien en un principio tenía todo listo para tomar el timón. Pero el bombardeo de las redes y las críticas tiraron por la borda todos los planes creados por el oriundo de Villa Constitución.

La segunda opción era otro conocido de la casa, Roberto Sensini. Boquita se encontraba del otro lado del océano Atlántico disfrutando de unas vacaciones familiares. Pero el deber y el amor lo llamaron y rápidamente preparó su regreso para tomar el mando. Pero una vez más, al igual que un pirata con una pierna de palo, el presidente dio un paso en falso y pidió unos días para revaluar su decisión.

Hasta el día de hoy se barajan dos posibilidades completamente opuestas cómo las caras de una moneda. Una opción es Becaccece y la otra Zielinski. Todo parece indicar que el azar será quien decida el sucesor que intente llevar al equipo del parque a buen puerto.

El triunfo obtenido calmó las aguas y trajo serenidad a la semana de trabajo. Pero siempre hay que recordar que hay una calma antes que se desate la tempestad.