Por Lautaro Bedetta

El receptor en puntas de pie y agachado espera con el pecho erguido la bomba del sacador. Con sus antebrazos hace llegar la pelota al armador del sexteto, que con magia y sutileza se la envía al atacante, cuya potencia y fuerza son utilizadas para enviar furiosamente el balón hacia la cancha contraria. Jugada típica de lo que, alguna vez fue, el deporte de “maricones”.

Las luchas contra los estereotipos existen y avanzan a grandes rasgos, pero no hay que olvidar el “porqué” de cómo se han originado. A días de haber sido medallistas olímpicos, la disciplina del vóley está a gusto en un paraíso social que nunca había disfrutado, y al que nunca se había imaginado llegar.

Con logros olímpicos y con mayoría de jugadoras entrenando el deporte, el vóley fue, una década atrás, popularmente para “maricones”. Experiencias personales me han determinado que hablar de practicar vóley en las inmediaciones de una cancha de fútbol era prácticamente un delito social. ”El vóley es para mujeres”; “Como vas a elegir el vóley antes que al fútbol”;“Mira, esto es un deporte de verdad”; “Mientras nosotros nos cagamos a patadas ustedes ni se
tocan, mamis”.

Que la situación cambio es innegable. Que se avanzó en esos términos es innegable. Que este logro de la selección masculina de vóley obtuvo en Tokyo generará un antes y después es, justamente, innegable. Que no será solamente ese deporte practicado con fastidio en clases de Educación Física o jugado en reuniones sociales solo por costumbre.

El gran avance que vivió el que alguna vez fue el deporte de “maricones” generará un quiebre. Ese deporte en que la fiereza a la hora de atacar desentona en cualquier situación, en que la potencia a la hora de impactar la pelota determina y gana partidos, en que la actitud y el aguerrimiento a la hora de salvar una pelota en defensa gana campeonatos, en que la cordialidad y el cero reproche es inculcado desde jóvenes, en que un saque errado te puede
costar un partido, y así sobran los motivos, sobran los motivos para disfrutar del vóley, el deporte de “maricones”.