Por Lautaro Bedetta
Huecos tapados por grandes jugadores, ineficiencia en la transición a primera, presión psicológica o mala gestión sobre uno mismo. Todos tópicos que pueden predecir la desgracia de miles de millones de futbolistas alrededor del planeta Tierra: no lograr un puesto en la primera del club o, por lo menos, estabilidad futbolística en él.
Trayéndolo a la Argentina, no hay ningún tipo de excepción. El manejo de las inferiores es bueno, con infraestructura creciente, con personas capacitadas y con inversiones en proyectos tanto de corto como de largo plazo, pero siempre hay casos en que estas cuestiones hacen de un buen futbolista, un perdido en el mapa.
Sin embargo, desde hace años atrás, un método casi demagógico está tomando fuerza en las dirigencias de los clubes más importantes para casos de jugadores de inferiores que no logran estar a la altura o no tuvieron chances suficientes de demostrar la calidad futbolística, no solo de nuestro país, si no de todo el mundo. Una manera vil e indirecta de comunicarle a un joven, salvo puntuales casos, que no va a tener lugar en el club: la famosa cesión o préstamo.
¿Es real que estos préstamos de juveniles se ejecutan con el fin de tomar rodaje y lograr sacar su potencial? Si. Es real. Si no, evidentemente, los jugadores no aceptarían esta nueva oportunidad. Sin embargo, podemos contar con los dedos de una mano las veces qué en los grandes del fútbol nacional, un juvenil haya tomado esa cesión como experiencia para hacerse de un espacio en el 11 titular de su club inicial, o incluso de Europa. A continuación, un informe de la cantidad de juveniles cedidos por clubes grandes, y sus resultados en los últimos 10 años.
River Plate mejoró notablemente su trabajo en divisiones inferiores. En un campeonato como el que hoy en día está transcurriendo, en que la situación económica hace de los pibes un valor fundamental, es de los mejores clubes en ese rubro. Apariciones como Álvarez, Girotti o Rolheiser dan cuenta de esto. Sin embargo, en los últimos 10 años fue la institución con más jugadores cedidos, con 36, de los cuales solo 4 pudieron volver a disputar minutos oficiales, y uno solo llegó a “romperla”, Manuel Lanzini.
En la vereda de en frente, no se quedan atrás. Con inversión y capacidad, Boca Juniors mejoró notablemente su trabajo en inferiores, al punto de que hoy en día muchos jugadores rotan con el equipo titular. Sin embargo, esta última década muchos juveniles no regresaron: de 34 que buscaron sumar minutos en otros lados, solo 5 regresaron y vistieron la Azul y Oro, de los cuáles el más destacado fue Nicolás Colazo, pero sin desentonar demasiado.
Cruzando a la ciudad de Avellaneda, esta tendencia disminuye, pero no pasa a ser inexistente ni mucho menos. Independiente cedió a 26 jugadores esta última década, de los cuáles volvieron 7: 2 la rompieron, como Federico Mancuello y Jorge Figal, otros 2 pasaron a reserva, y finalmente 3 casos hubo que no rindieron de manera esperada.
Mientras tanto, el eterno rival de C.A.I. es el grande con menor índice de cesiones: en Racing Club, sólo 17 futbolistas vieron óptima la oportunidad de sumar minutos fuera del club. Pero menor cantidad no significa mejor resultado, porque solamente 4 jugadores volvieron a ver acción con la camiseta blanquiceleste, dónde asoma el caso de Roger Martínez como estandarte y el caso de Fabricio Domínguez como jugador de la plantilla actual, mientras que Raúl Poclaba y Ricardo Centurión no han rendido de la manera esperada.
Finalmente, San Lorenzo de Almagro es el club con menor éxito: de 25 cesiones, sólo José Devecchi y Manuel Insaurralde regresaron a Boedo. Además del curioso caso de Leandro Navarro, que regresó para jugar en reserva.
Entonces, es imposible no recurrir a cálculos matemáticos. Es cuestión de sumar y restar para dar fe de que:
- 138 jugadores de divisiones inferiores fueron cedidos a otro club en “busca de minutos”, por parte de los grandes.
- Solamente 4 futbolistas volvieron y brillaron en su club de origen (Lanzini en River, Mancuello y Figal en Independiente y Roger Martínez en Racing)
- De los 134 restantes, 14 deportistas volvieron a tener oportunidades, que no supieron aprovechar.
- Por lo tanto, 120 jugadores profesionales no volvieron a ver acción en la institución dónde salieron.
CONCLUSIÓN:
Más allá de casos en que la dirigencia, el cuerpo técnico o quién fuere, haya tenido razón sobre la insuficiencia de cualidades técnicas del deportista para estar en el primer equipo, queda claro que ésta forma de desprendimiento es una manera indirecta de decir “pibe, hasta acá llegaste”. ¿Qué ha servido en algunos casos? Si. Completamente. Pero si de 134 futbolistas, ninguno la rompería, habría que reveer varias cosas.
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