Por Gisela Vidal
Fútbol, una palabra que significa mucho más que un deporte. Para la mayoría de los argentinos, una palabra que despierta emoción y pasión. Algunos lo consideran como un escape a un día agotador después de tantas horas de trabajo o como un descanso, al menos por 90 minutos, de los problemas a los que uno se enfrenta a diario. Para otros, ese deporte es su fuente de trabajo. Y dentro de ese “otros” se encuentran “los” y “las” futbolistas.
El partido disputado por la final del primer campeonato profesional del fútbol femenino entre Boca Juniors y River Plate, y asimismo los demás encuentros de este torneo, reflejaron la calidad y entrega de las protagonistas. De la misma manera y en el mismo nivel que se les exige a los hombres; que requiere cuidados en la alimentación, constancia en las prácticas y responsabilidad en las pretemporadas. Y es ahí donde no se comprende qué es lo que hace falta para que puedan ser vistas de la misma manera.
El poder encender la televisión o la radio, entrar a un sitio web y que se pueda ver la misma cantidad de programas o noticias en los que se refieran de igual manera al fútbol femenino que al masculino. Encontrar transmisiones en vivo de los partidos que se disputan en el interior también y por qué no que sean no sólo comentadas por periodistas deportivas, sino que además sean relatadas por mujeres. Que puedan contar con patrocinadores en igual cantidad con las que cuenta el fútbol masculino o sponsors de igual manera para ambas selecciones. Predios donde puedan entrenarse, y como no referirse al sueldo, si es lo que posibilita que puedan dedicarse completamente a su carrera y no tener que salir a buscar otro ingreso. Claro, si éste se equipararía con el que cobran los futbolistas.
En el libro de Ayelén Pujol “ jugadora! Un siglo de fútbol femenino”, hay un fragmento que dice: “la historia de las mujeres y el fútbol no tiene un inicio claro en Argentina, pero sí un punto que marca un antes y un después: 1991, el año en el que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) creó un campeonato”.
Pero lo que sí tenemos en claro que pasaron 28 años para que la AFA anunciara la creación de una liga profesional femenina en Argentina.
En marzo de 2019 se oficializó la profesionalización del fútbol femenino en el país. Se definió un mínimo de 8 futbolistas contratadas por club y un salario de quince mil pesos (equivalente a un contrato de Primera C masculino). En una de las últimas entrevistas realizadas a Lorena Benítez, ella declaró que si bien sus ingresos aumentaron sigue ganando más trabajando en el Mercado Central; considerando además que fue elegida como mejor jugadora del Torneo Transición de AFA 2020/2021.
No sólo apuntamos a lo económico, sino también al reconocimiento. Reconocimiento al gran esfuerzo y a la gran valentía de luchar por sus derechos. El fútbol hace cien años que no es solamente un deporte de hombres y que fue un camino difícil por el que transitaron las mujeres, desde los prejuicios hasta no tener lugar físico para realizar lo que tanto les apasiona. Una lucha constante para poder cumplir su sueños.
Ejemplo de esta lucha fueron futbolistas como Lucila Sandoval, Teresa Suarez, Marta Soler, Betty García y muchas más de la década del 50 hasta los 90, que actualmente conforman la organización “Las pioneras del fútbol argentino”. Si bien ellas en sus tiempos no fueron escuchadas ni miradas, hoy desde afuera de las canchas siguen luchando para que el fútbol femenino tenga los mismos derechos que el masculino. Tal es así que la organización presentó el proyecto de ley para que el 21 de agosto sea declarado “Día de la Futbolista Argentina”, siendo aprobado por el Congreso.
¿Por qué un 21 de agosto? Fecha en la que se recuerda la victoria de Argentina ante Inglaterra 4 a 1 en el mundial femenino de 1971 disputado en el estadio Azteca, todos los goles convertidos por Elba Selva. Un equipo que dejó huellas en el fútbol femenino, aún sin contar con el apoyo de la AFA ni con ayuda económica.
Y si, se han logrado grandes avances, pero aún faltan muchos más. No hace falta esperar más nada, tienen el deber de tomar las medidas y ejecutar las acciones necesarias para que las futbolistas sepan y sientan que son “vistas de la misma manera”.
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