Por Walter Camerano

El 2021 se presenta con muchos interrogantes, desafíos y dudas. ¿A quién sería más confiable consultar para saber qué será de nuestras vidas en los próximos meses? 

Una primera opción sería preguntarles a los economistas. Aunque son muy previsibles en sus respuestas: hablarían de la incidencia en la economía de variables como el valor del dólar – del que solo Dios puede saber – el precio de la soja, el saldo de la balanza comercial, la inflación – que también solamente Dios o los Apóstoles pueden adivinar – o la emisión monetaria, esa que solo se detendría si se quedarán sin tinta en las impresoras. Pero no tendrían en cuenta algunas medidas económicas inauditas que seguramente se tomarán y que a ningún economista se le hubiesen ocurrido y algunas otras variables que solo ellos podrían cuantificar. En fin, una sumatoria de datos imposibles de mensurar, haciendo difícil un resultado confiable o un panorama medianamente acertado de lo que va a venir.  

También se podría consultar a los políticos de turno. Ellos que están de turno como las farmacias, no cierran, ni dejan de atender ni de facturar nunca. “Son los que cortan el bacalao”, decía mi abuelo mientras los maldecía cuando los veía sonreír en la tele. “Mira cómo nos mienten”, me decía. “¿Y cómo lo sabes abuelo?”, me intrigaba. “Es muy fácil, apenas mueven los labios te das cuenta”.  

Ellos están de los dos lados del mostrador: los del lado de afuera o la oposición, dirán que vamos directo al precipicio, con argumentos apocalípticos y con cierta lógica si analizamos los números y el panorama social actual: la pobreza, más que nunca según los registros del Indec. La inflación, una de las más altas de la galaxia. El desempleo, altísimo. El consumo, el precio alto de la carne y también de la polenta, ¿por qué no? 

Y del otro lado del mostrador, los que atienden, cobran y manejan la caja registradora, los oficialistas. Ellos dirán que todo marcha muy bien, que la culpa es de los que estuvieron antes, aunque hayan sido ellos mismos, que la pandemia los sorprendió en pleno crecimiento, que tenemos que aguantar, que vamos a salir pronto y que el paraíso no está lejos. Esto no lo dirán, pero ellos ya llegaron y están disfrutando del paraíso de vivir de la función pública: sueldos depositados religiosamente, puestos vitalicios más viáticos y desarraigo – así vivan a pocas cuadras de su escritorio – choferes y autos oficiales, secretarias, asesores, jubilaciones de las buenas. En fin, sin problemas a la vista y con las necesidades básicas totalmente satisfechas. Seguramente, tampoco serán creíbles y confiables sus predicciones para el año a vencer, porque desde su mundo paralelo e ideal su óptica será distorsionada y alejada del ciudadano común, del peatón.  

La tercera alternativa sería consultar a la astrología y a la numerología, con sus conocimientos milenarios, cálculos matemáticos, planetas, signos que influyen y demás yerbas. Ellos, los que se dedican a la astrología, están alejados de intereses personales, sectoriales o partidarios y parten de datos y variables más lógicas y confiables, comparadas con las predicciones de los economistas o de los políticos, influenciados por intereses y cuestiones más mundanas. Emperadores, reyes, presidentes, los Mayas, los Aztecas – y hasta mi hermana – no hacían nada importante sin consultar a los astros, ¿por qué no lo haríamos en este tiempo tan especial? 

En la cuenta de Instagram “No.pareces.bruja”, una astróloga comenta que el 2021 es un año cinco, es fácil: 2+0+2+1= 5. El cinco indica un año muy dinámico, impredecible, caótico y con sorpresas. Será un año para aprovechar de todas las oportunidades que se presenten, estar abiertos al cambio y a lo nuevo. Aquel que se quiera aferrar a modos viejos o al pasado es a quien más le va a costar transitarlo. Será un año vertiginoso, pero seguramente mucho más divertido que el 2020. El año cinco se asocia a la expansión y a la búsqueda de respuestas sobre el sentido de nuestra existencia y hace hincapié en nuestra capacidad para adaptarnos y aceptar los cambios. Sugiere un tiempo para construir la propia singularidad sin pretender encajar. 

Según el portal de la astróloga, con unos mil setecientos fieles seguidores que leen sus posteos periódicamente y que la consultan sobre cuestiones muy diversas, la clave para este año es la siguiente: “mirar para adelante, aprovechar todo lo que se presente y moverse, no dejar de moverse, pero manteniendo el foco en el propósito u objetivo de cada uno, ya que el año trae una energía de mucha dispersión. El 2021 será un año muy diferente porque cambió la energía, venimos de una era dominada por el elemento tierra y pasamos a un nuevo tiempo dominado por el elemento aire, que va  a estar protagonizando la escena. El 21 de Diciembre de 2020 se produjo el cambió de era que regirá por 200 años y que implicó un cambio sustancial en el universo. El aire es el elemento que rige o influye la mente, la comunicación, las relaciones humanas”.  

Al analizar las predicciones astrológicas sobre el 2021 se ve que será un año bisagra, que habrá un antes y un después. Seremos testigos privilegiados  del nacimiento de un nuevo orden mundial, en el que determinadas empresas tendrán más poder que naciones o presidentes – acabamos de ver cómo el presidente del país más poderoso del mundo quedó incomunicado, sin redes sociales – cómo influyen estas empresas tecnológicas en elecciones cruciales o cómo grupos o hackers tratan de imponer sus ideas sobre determinados temas: por ejemplo, si la vacuna contra el coronavirus lleva un chip que se usaría para dominar a las personas y esas cuestiones.  Viviremos un cambio de paradigma, un cambio de manos del poder, la información verdadera y fidedigna será esencial, prioritaria, habrá infinidad de falsas noticias defendiendo distintos intereses y la prensa, los periodistas y los medios de comunicación sufrirán presiones como nunca se ha visto con anterioridad, lo que llevará de la mano una enorme responsabilidad de buscar e indagar a fondo para llegar a la verdad. 

¿Será realmente así? ¿Podemos esperar las respuestas que tanto necesitamos de la astrología como una fuente confiable y segura y no caer en predicciones de economistas o políticos? ¿Por qué no? ¿Cuántas veces compramos los designios de economistas o de políticos que se pensaban iluminados y cómo terminamos?   

Para estar atentos, informados o entender qué vamos a transitar en esta ruleta del universo y en los años por venir, ¿por qué no jugarse y ponerle un pleno a la astrología en este año tan particular que nos toca transitar?  

Buen año para todos.